Ash J. Williams, puedes confiar en mí

Siempre he soñado con poder mandar a una horda de zombis de vuelta a la tumba a base de bricolaje improvisado y furia homicida (para muchos esto no es ninguna revelación).
Hasta bien poco creí que era otra de mis fantasías irrealizables, craso error. Nuestro país, y tal vez no sea el único, está bajo la influencia de un tenebroso culto a la muerte.
Se que resulta difícil de creer, pero les he visto con mis propios ojos. Llevan la túnica negra de rigor para todo practicante de las artes oscuras, y no dudan en arremeter contra todos aquellos que no reconocen a la muerte como la única fuerza superior y sagrada del universo.
En ese sentido se pueden parecer a los animistas de toda la vida. Al igual que éstos divinifican a una fuerza natural, son más lúgubres que los que adoran a ríos, bosques, o tormentas, pero el verdadero problema reside en el control mental que parecen ejercer sobre la sociedad.
Mientras que a un chamán del Amazonas no se le duda en calificar de salvaje ignorante, a pesar de los conocimientos que posea de la flora y fauna local, estos adoradores de la parca gozan de respeto y credibilidad hasta en medio de sus linchamientos públicos.
Se que suena raro, y que es posible que os cueste creer en lo que un tipo tan colgado como yo diga. Pero si seguís ciertas pautas de comportamiento sospechoso, podreis reconocerlos vosotros mismos:

-Censuran la eutanasia, la muerte, divina gobernanta de todo, es superior al mísero humano.
-Desprecian a los suicidas, ver el párrafo anterior.
-Prohiben el condón y otros métodos anticonceptivos.
-Suelen prestar adoración a partes de un cadaver.

Cuando veais a un tipo de negro montar el pollo por alguna de las anteriores razones os convencereis de que llevo razón. No hay día que no eleve una silenciosa plegaria a Dios para que se decidan por llevar a cabo un megaritual que plague las calles de zombis...